Autor: John Kendall.
Ilustrador: Sam Grainger (Portada de Larry Elmore).
Fecha de publicación: 1985 (Original 1984).
Número de páginas: 152.
Número de fines: 17 (Buenos: 6 - Regulares: 5 - Malos: 6).
Sinopsis: Eres Treón, joven aprendiz de brujo y quinto hijo de la reina de Grendopolán, bajo asedio de los ejércitos del Mago Rojo. Por tu seguridad, tu madre te envía con tu tutora a una población apartada de la capital.
Comentario personal: Hubo que esperar hasta el octavo número de la colección para hallar un ejemplar no escrito por Rose Estes, y aunque Las alas del dragón dista mucho de ser formidable, sí supone -por fin- un soplo de aire fresco tras siete libros completamente encorsetados.
Probablemente el punto más débil del único trabajo de John Kendall en la colección sea el de partida, ya que la historia avanza de forma muy lineal y sin explicación ni motivo algunos: el protagonista es enviado a una ciudad remota para estar más a salvo de la inminente batalla y lo primero que hace es entrar en una librería donde el enemigo se esconde transformado en una anciana, y por añadidura ya conoce la identidad del personaje principal, que se supone iba de incógnito. Casi cualquier otra cosa habría resultado más creíble, se pueden encontrar mil excusas para lanzar al protagonista al centro de los problemas, pero algo que sucede sin ton ni son le resta inmersión a la historia.
Dicho esto, el gran acierto del libro es que desde ese planteamiento inicial se abren un par de ramificaciones que son relativamente diferentes entre sí. Por ejemplo, una de ellas lleva a liberar a un dragón rojo malvado que no llega a salir si se opta por la otra elección, mientras que la dragona buena aparece siempre en una rama y a veces, también en función de lo que se elija, en la otra. Es decir, que a diferencia de los libros de Rose Estes, hay en Las alas del dragón una cierta sensación de libertad mediante la cual las elecciones del lector realmente tienen peso en el devenir del libro, entre otras cosas porque no se advierte un camino principal que haya que seguir obligatoriamente para alcanzar el éxito, sino que este puede llegar de muchas maneras.
No obstante, no es oro todo lo que reluce y esa libertad, a fin de cuentas, es de algún modo relativa. Sí existen páginas a las que se llega desde varias otras y que por tanto son una especie de cuello de botella a partir de las cuales se vuelve a expandir la historia, pero esto no sucede a menudo y en todo caso puede tratarse de aproximadamente un tercio del libro, siendo lo restante caminos distintos que pueden llevar igualmente a la victoria o al desastre.
Dejando de lado la estructura, el argumento del libro no es nada del otro mundo (reino en apuros, héroe por sorpresa) y al protagonista van saliéndole hermanos de debajo de las piedras a pesar de que su aportación, salvo en un caso, es más bien escasa. Como es habitual, se goza (o se sufre) de la compañía de un secundario para dar réplica al personaje principal (en este caso una tutora/guardaespaldas élfica) y el villano principal es un poderoso mago. Hay un tipo de elección que se repite varias veces en donde el protagonista debe elegir entre arriesgarse a actuar o asumir que es débil e inexperto y no hacer nada. El resultado siempre es el mismo, lo cual a partir de la segunda vez ya se hace demasiado previsible. Sí, nada es nuevo en Las alas del dragón, pero al mismo tiempo es un buen lavado de cara de lo que había visto la luz hasta esa fecha.
El apartado gráfico deja poco a su favor, a los dragones les falta fiereza y los humanos (y la elfa) salen mejor cuanto más pequeños, mientras que en los primeros planos el resultado es regular. Sin embargo, los fondos de ciudades y edificios están muy conseguidos.
En definitiva, Las alas del dragón queda muy lejos del excelente pero se asemeja más a lo que, en mi opinión, debería ser un librojuego (de los que tienen más de un fin, al menos) que las primeras obras de la colección a cargo de Rose Estes. Por desgracia, creo que la historia daba para más, así que solo destaca en estructura por mera comparación con lo anterior.
Probablemente el punto más débil del único trabajo de John Kendall en la colección sea el de partida, ya que la historia avanza de forma muy lineal y sin explicación ni motivo algunos: el protagonista es enviado a una ciudad remota para estar más a salvo de la inminente batalla y lo primero que hace es entrar en una librería donde el enemigo se esconde transformado en una anciana, y por añadidura ya conoce la identidad del personaje principal, que se supone iba de incógnito. Casi cualquier otra cosa habría resultado más creíble, se pueden encontrar mil excusas para lanzar al protagonista al centro de los problemas, pero algo que sucede sin ton ni son le resta inmersión a la historia.
Dicho esto, el gran acierto del libro es que desde ese planteamiento inicial se abren un par de ramificaciones que son relativamente diferentes entre sí. Por ejemplo, una de ellas lleva a liberar a un dragón rojo malvado que no llega a salir si se opta por la otra elección, mientras que la dragona buena aparece siempre en una rama y a veces, también en función de lo que se elija, en la otra. Es decir, que a diferencia de los libros de Rose Estes, hay en Las alas del dragón una cierta sensación de libertad mediante la cual las elecciones del lector realmente tienen peso en el devenir del libro, entre otras cosas porque no se advierte un camino principal que haya que seguir obligatoriamente para alcanzar el éxito, sino que este puede llegar de muchas maneras.
No obstante, no es oro todo lo que reluce y esa libertad, a fin de cuentas, es de algún modo relativa. Sí existen páginas a las que se llega desde varias otras y que por tanto son una especie de cuello de botella a partir de las cuales se vuelve a expandir la historia, pero esto no sucede a menudo y en todo caso puede tratarse de aproximadamente un tercio del libro, siendo lo restante caminos distintos que pueden llevar igualmente a la victoria o al desastre.
Dejando de lado la estructura, el argumento del libro no es nada del otro mundo (reino en apuros, héroe por sorpresa) y al protagonista van saliéndole hermanos de debajo de las piedras a pesar de que su aportación, salvo en un caso, es más bien escasa. Como es habitual, se goza (o se sufre) de la compañía de un secundario para dar réplica al personaje principal (en este caso una tutora/guardaespaldas élfica) y el villano principal es un poderoso mago. Hay un tipo de elección que se repite varias veces en donde el protagonista debe elegir entre arriesgarse a actuar o asumir que es débil e inexperto y no hacer nada. El resultado siempre es el mismo, lo cual a partir de la segunda vez ya se hace demasiado previsible. Sí, nada es nuevo en Las alas del dragón, pero al mismo tiempo es un buen lavado de cara de lo que había visto la luz hasta esa fecha.
El apartado gráfico deja poco a su favor, a los dragones les falta fiereza y los humanos (y la elfa) salen mejor cuanto más pequeños, mientras que en los primeros planos el resultado es regular. Sin embargo, los fondos de ciudades y edificios están muy conseguidos.
En definitiva, Las alas del dragón queda muy lejos del excelente pero se asemeja más a lo que, en mi opinión, debería ser un librojuego (de los que tienen más de un fin, al menos) que las primeras obras de la colección a cargo de Rose Estes. Por desgracia, creo que la historia daba para más, así que solo destaca en estructura por mera comparación con lo anterior.
Puntuación: 5'5.
buen comentario ! pero no he leído el libro . . .
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