Autor: R. A. Montgomery.
Ilustrador: Paul Granger.
Fecha de publicación: 1984 (Original 1981).
Número de páginas: 56.
Número de fines: 18 (Buenos: 8 - Regulares: 8 - Malos: 2).
Sinopsis: Vuelves de la escuela con tu perro (¿qué hacía tu perro contigo en la escuela?) cuando, persiguiendo el palo que le has lanzado, se mete en una mansión destartalada.
Comentario personal: Es imposible hacer un análisis correcto de este libro sin antes una pequeña introducción (que es pertinente en este por ser el primero de la colección de tales características, a día de hoy no sé si hay otros). El genio de la botella es el primer número de Globo Azul, pero no así de la original, en donde ocupaba el décimo puesto. Esto resulta crucial porque pese a que pueda parecer relativamente infantil no es muy diferente de otros números posteriores (al menos a partir del #15, Problemas en el espacio, que es el primer número que he analizado entre ambos hasta esta fecha). De esta forma, su inclusión como libro inaugural de la colección parece completamente inadecuada, ya que (y a esto iba), resulta que La casa encantada y -con casi total probabilidad- los números inmediatamente posteriores son infinitamente más infantiles que El genio de la botella y otros números más tardíos de la colección.
Y cuando digo infinitamente más infantiles estoy englobando muchas cosas. No solamente es el tono (como, por ejemplo, Superordenador en ETPA) o siquiera la temática, influye en el estilo, en los personajes que salen, en la longitud de cada ramificación, en el tipo de fines, en el aluvión de ilustraciones que hay y, quizá lo más llamativo, en cómo estas están enlazadas con el texto. Por ejemplo hay una página en que el ancho de los márgenes es más grande de lo normal y está ocupado por telarañas. En la primera página, al pie, continúa la ilustración de la página siguiente. Son ese tipo de cosas de los libros de niños. Y es que, como digo siempre, una cosa es que Globo Azul sea una colección enfocada a personas más jóvenes que los ya de por sí jóvenes potenciales lectores de ETPA, pero La casa encantada clasificaría en una suerte de subcolección dentro de la actual. Supongo que Packard y Montgomery empezaron bajando demasiado el listón y poco a poco se dieron cuenta de que el nombre que escogieron, "younger readers" (lectores más jóvenes), no significa necesariamente hacer libros para niños que acaban de aprender a leer.
Sea como fuere, lo cierto es que La casa encantada resulta un libro extraño para alguien acostumbrado a leer libros de Globo Azul más allá de los primeros números (insisto, exceptuando El genio de la botella que en realidad es el décimo y salió dos años más tarde en EEUU). Con todo, formando parte de la colección merece un juicio como cualquier otro, y lo cierto es que al margen de las peculiaridades mencionadas en los párrafos introductorios, hay cosas de La casa encantada que resultan decepcionantes.
Por ejemplo, cuando uno piensa en "casa encantada" se imagina cosas más tipo Halloween: fantasmas, espíritus, brujas, algún esqueleto tal vez, telarañas, etc., pero poco de eso tiene cabida en este libro. En su lugar, aparece una misteriosa mujer semitransparente, un ratón gigante y una tortuga peluda, además de un cocodrilo y, algo es algo, un murciélago. Todos ellos, por supuesto, son capaces de comunicarse con la protagonista. De la nada salen también dos chiquillos y muchísimos fines revelan que todo ha sido un sueño, o eres mágicamente transportado a un lugar seguro, incluso tu casa. No, nada tiene demasiado sentido aquí, pero en última instancia supongo que es casi lo de menos, y que el único objetivo del libro era transmitir la mecánica de librojuego a los más pequeños.
Las ilustraciones de Paul Granger son lo mejor del libro, algunas a doble página son estupendas y la portada también está muy bien.
En conclusión, un libro difícil de juzgar ya que pertenece a otra categoría y francamente a estas alturas ya me resulta imposible ponerme en la mente de un niño de cinco o seis años.
Y cuando digo infinitamente más infantiles estoy englobando muchas cosas. No solamente es el tono (como, por ejemplo, Superordenador en ETPA) o siquiera la temática, influye en el estilo, en los personajes que salen, en la longitud de cada ramificación, en el tipo de fines, en el aluvión de ilustraciones que hay y, quizá lo más llamativo, en cómo estas están enlazadas con el texto. Por ejemplo hay una página en que el ancho de los márgenes es más grande de lo normal y está ocupado por telarañas. En la primera página, al pie, continúa la ilustración de la página siguiente. Son ese tipo de cosas de los libros de niños. Y es que, como digo siempre, una cosa es que Globo Azul sea una colección enfocada a personas más jóvenes que los ya de por sí jóvenes potenciales lectores de ETPA, pero La casa encantada clasificaría en una suerte de subcolección dentro de la actual. Supongo que Packard y Montgomery empezaron bajando demasiado el listón y poco a poco se dieron cuenta de que el nombre que escogieron, "younger readers" (lectores más jóvenes), no significa necesariamente hacer libros para niños que acaban de aprender a leer.
Sea como fuere, lo cierto es que La casa encantada resulta un libro extraño para alguien acostumbrado a leer libros de Globo Azul más allá de los primeros números (insisto, exceptuando El genio de la botella que en realidad es el décimo y salió dos años más tarde en EEUU). Con todo, formando parte de la colección merece un juicio como cualquier otro, y lo cierto es que al margen de las peculiaridades mencionadas en los párrafos introductorios, hay cosas de La casa encantada que resultan decepcionantes.
Por ejemplo, cuando uno piensa en "casa encantada" se imagina cosas más tipo Halloween: fantasmas, espíritus, brujas, algún esqueleto tal vez, telarañas, etc., pero poco de eso tiene cabida en este libro. En su lugar, aparece una misteriosa mujer semitransparente, un ratón gigante y una tortuga peluda, además de un cocodrilo y, algo es algo, un murciélago. Todos ellos, por supuesto, son capaces de comunicarse con la protagonista. De la nada salen también dos chiquillos y muchísimos fines revelan que todo ha sido un sueño, o eres mágicamente transportado a un lugar seguro, incluso tu casa. No, nada tiene demasiado sentido aquí, pero en última instancia supongo que es casi lo de menos, y que el único objetivo del libro era transmitir la mecánica de librojuego a los más pequeños.
Las ilustraciones de Paul Granger son lo mejor del libro, algunas a doble página son estupendas y la portada también está muy bien.
En conclusión, un libro difícil de juzgar ya que pertenece a otra categoría y francamente a estas alturas ya me resulta imposible ponerme en la mente de un niño de cinco o seis años.
Puntuación: 2'5.
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