Autor: Edward Packard.
Ilustrador: Paul Granger.
Fecha de publicación: 1985 (Original 1982).
Número de páginas: 53.
Número de fines: 8 (Buenos: 3 - Regulares: 3 - Malos: 2).
Sinopsis: Boston, 1793. En el desván de tu casa, entre unas viejas cartas, encuentras un mapa con la posible localización del tesoro de Barba Azul.
Comentario personal: Reconozco haberme enfrentado a este libro con las expectativas tirando a altas. Nada más propicio para que una obra artística decepcione. Porque aunque es verdad que El tesoro sumergido ofrece ciertas cosas que no eran habituales en los primeros números de la colección (más aún en la original, en la que este libro fue publicado en tercer lugar) lo cierto es que deja la sensación de que tenía mimbres para haber sido mucho mejor.
Ante todo, al igual que ¡Dragones!, el libro se sitúa en un marco bastante atractivo, en este caso la Costa Este de los recién nacidos EEUU a finales del siglo XVIII, época de piratas. Aunque el objetivo, la búsqueda de un tesoro, es un tópico difícil de igualar, basta como motor para una buena historia de aventuras siempre y cuando esté bien resuelta, cosa que no sucede aquí. No es que el tono del libro sea excesivamente infantil, pero creo que el autor intentó meter demasiadas cosas en un libro demasiado corto, lo cual provoca la clásica ausencia de explicaciones y hace que el conjunto no quede redondo.
Además, en su búsqueda habitual de ramificaciones que enlazan con otras anteriores, cosa que se le suele dar muy bien a Packard todo sea dicho, comete en este libro un error garrafal, ya que en una de las rutas pueden acabar apareciendo personajes que nunca son presentados a pesar de ser la primera vez que los ves (no así si llegas a esa página por el otro camino) y llama mucho la atención porque claramente se ve que algo no encaja. De hecho, lo peor es que ese otro camino, aunque sea el más acertado en cuanto a estructura, sinceramente no tiene mucho sentido en cuanto a argumento, y como resultado no queda bien ni en un caso ni en otro.
Por último, siento que algunos personajes, principalmente el villano Ojo Rojo, han sido muy desaprovechados. El tesoro se encuentra con relativa facilidad (en tres fines de ocho) y los dos fines malos son bastante aleatorios.
Las ilustraciones de Paul Granger están bien, sin grandes alardes, salvo la de la portada que me parece muy buena.
En definitiva, un libro entretenido con un buen -si bien nada original- punto de partida en una época interesante pero bastante desaprovechado. Con menos movimiento, menos personajes pero más interacciones entre ellos habría podido salir algo muy grande. No es el caso.
Ante todo, al igual que ¡Dragones!, el libro se sitúa en un marco bastante atractivo, en este caso la Costa Este de los recién nacidos EEUU a finales del siglo XVIII, época de piratas. Aunque el objetivo, la búsqueda de un tesoro, es un tópico difícil de igualar, basta como motor para una buena historia de aventuras siempre y cuando esté bien resuelta, cosa que no sucede aquí. No es que el tono del libro sea excesivamente infantil, pero creo que el autor intentó meter demasiadas cosas en un libro demasiado corto, lo cual provoca la clásica ausencia de explicaciones y hace que el conjunto no quede redondo.
Además, en su búsqueda habitual de ramificaciones que enlazan con otras anteriores, cosa que se le suele dar muy bien a Packard todo sea dicho, comete en este libro un error garrafal, ya que en una de las rutas pueden acabar apareciendo personajes que nunca son presentados a pesar de ser la primera vez que los ves (no así si llegas a esa página por el otro camino) y llama mucho la atención porque claramente se ve que algo no encaja. De hecho, lo peor es que ese otro camino, aunque sea el más acertado en cuanto a estructura, sinceramente no tiene mucho sentido en cuanto a argumento, y como resultado no queda bien ni en un caso ni en otro.
Por último, siento que algunos personajes, principalmente el villano Ojo Rojo, han sido muy desaprovechados. El tesoro se encuentra con relativa facilidad (en tres fines de ocho) y los dos fines malos son bastante aleatorios.
Las ilustraciones de Paul Granger están bien, sin grandes alardes, salvo la de la portada que me parece muy buena.
En definitiva, un libro entretenido con un buen -si bien nada original- punto de partida en una época interesante pero bastante desaprovechado. Con menos movimiento, menos personajes pero más interacciones entre ellos habría podido salir algo muy grande. No es el caso.
Puntuación: 6.
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