Autor: Rose Estes.
Ilustrador: Tim Truman (Portada de Larry Elmore).
Fecha de publicación: 1985 (Original 1982).
Número de páginas: 152.
Número de fines: 12 (Buenos: 5 - Regulares: 2 - Malos: 5).
Sinopsis: Eres Brion, un príncipe elfo guerrero que vuelve a Brookmere, el castillo de donde todo tu pueblo fue expulsado años atrás por una horda de monstruos, para analizar si es factible intentar reconquistarlo.
Comentario personal: A priori Retorno a Brookmere resultaba prometedor. En esos instantes previos a acometer la lectura, cuando uno ve la portada, salta a la última página para leer el índice de seres y monstruos -y, por tanto, se hace una idea del tipo de criaturas que podrán aparecer-, lee la introducción del personaje protagonista... Todo mentira. Retorno a Brookmere es exactamente igual que sus tres predecesores: un carrusel de monstruos cada vez más vistos (orcos, trasgos, gigantes, gnolls), un incesante recorrer galerías arriba y abajo, un sinfín de elecciones a izquierda o derecha, una simple enumeración de situaciones hipertrilladas camino de ninguna parte.
Irónicamente este libro que recuerda a cualquier otro podía haber sido muy diferente, ya que había material para ello. Aunque el planteamiento fuera calcado al de Las columnas de Pentegarn, la sola existencia de Frang, un exótico hombre-rata que suscita la obediencia de todos los monstruos que vemos en el libro, podía haber sido no solo un clavo ardiendo al que agarrarse sino una parte central que sustentase toda la trama. Un enemigo diferente al que poder enfrentarse y que ofreciese, quizá, unos diálogos más ricos de lo habitual. Desgraciadamente este personaje, pese a ser el líder enemigo, solo hace acto de presencia una única vez y ni siquiera se puede luchar o hablar con él, es apenas una presencia distante.
Y es que de hecho en Retorno a Brookmere no hay combate final, siendo muy anticlimático en ese sentido. Los fines buenos llegan por accidente, después de escapar a un par de peligros leves (hay un encuentro con un cubo gelatinoso que siempre acaba en éxito con independencia de la elección que tome el lector) y simplemente porque a la autora le da la gana, al son de "volverás con más tropas y estás seguro de que recuperarás tu antiguo hogar" y demás proclamas similares. No exagero si digo que este libro carece totalmente no solo de objetivo sino incluso de argumento, limitándose a una serie de episodios con diferentes criaturas que podrían encajar en cualquier otro libro, y que podría tomar encuentros de otros libros y plantarlos en este y no se notaría la diferencia.
La estructura tampoco es distinta a la de libros anteriores, particularmente los dos primeros: una gran vía central (en este caso incluso exenta de batalla final) salpicada de caminos cortos que acaban en fines abruptos o se reincorporan de nuevo a la ruta principal. La historia de siempre.
Las ilustraciones, por primera y última vez de Tim Truman, están bastante bien, por encima de las de Holloway o Quinn. La portada, de Larry Elmore como las tres anteriores, es muy buena. Lástima que prometa más de lo que ofrece el libro.
¿Qué decir? Otro libro de Rose Estes que no pide ser releído salvo para rememorar alguno de los pequeños encuentros que tienen lugar en él. Totalmente prescindible.
Irónicamente este libro que recuerda a cualquier otro podía haber sido muy diferente, ya que había material para ello. Aunque el planteamiento fuera calcado al de Las columnas de Pentegarn, la sola existencia de Frang, un exótico hombre-rata que suscita la obediencia de todos los monstruos que vemos en el libro, podía haber sido no solo un clavo ardiendo al que agarrarse sino una parte central que sustentase toda la trama. Un enemigo diferente al que poder enfrentarse y que ofreciese, quizá, unos diálogos más ricos de lo habitual. Desgraciadamente este personaje, pese a ser el líder enemigo, solo hace acto de presencia una única vez y ni siquiera se puede luchar o hablar con él, es apenas una presencia distante.
Y es que de hecho en Retorno a Brookmere no hay combate final, siendo muy anticlimático en ese sentido. Los fines buenos llegan por accidente, después de escapar a un par de peligros leves (hay un encuentro con un cubo gelatinoso que siempre acaba en éxito con independencia de la elección que tome el lector) y simplemente porque a la autora le da la gana, al son de "volverás con más tropas y estás seguro de que recuperarás tu antiguo hogar" y demás proclamas similares. No exagero si digo que este libro carece totalmente no solo de objetivo sino incluso de argumento, limitándose a una serie de episodios con diferentes criaturas que podrían encajar en cualquier otro libro, y que podría tomar encuentros de otros libros y plantarlos en este y no se notaría la diferencia.
La estructura tampoco es distinta a la de libros anteriores, particularmente los dos primeros: una gran vía central (en este caso incluso exenta de batalla final) salpicada de caminos cortos que acaban en fines abruptos o se reincorporan de nuevo a la ruta principal. La historia de siempre.
Las ilustraciones, por primera y última vez de Tim Truman, están bastante bien, por encima de las de Holloway o Quinn. La portada, de Larry Elmore como las tres anteriores, es muy buena. Lástima que prometa más de lo que ofrece el libro.
¿Qué decir? Otro libro de Rose Estes que no pide ser releído salvo para rememorar alguno de los pequeños encuentros que tienen lugar en él. Totalmente prescindible.
Puntuación: 4.
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