Autor: Chris Martindale.
Ilustrador: Keith Parkinson (Portada de John Rosenfeldt).
Fecha de publicación: 1986 (Original 1984).
Número de páginas: 152.
Número de fines: 18 (Buenos: 5 - Regulares: 1 - Malos: 12).
Sinopsis: Eres Rand, un monje humano que recibe la misión de librar al rey Hamadryad de las intrigas de su consejero Kashkar, otro monje a cuyo ejército de asesinos solo podrían derrotar las habilidades marciales de un semejante.
Comentario personal: El único libro de Chris Martindale en esta colección resultó ser, hasta la fecha, el más oscuro y quizá también el más maduro de todos. Los guerreros del Templo de la Luna no solo es el primer libro de la colección que leí de niño, sino que explica la decepcionante tónica de todos los libros que le preceden, puesto que pierden en su comparación. No, tampoco es que se trate de un libro magistral, pero a día de hoy aún me resulta inolvidable.
En parte se debe a que su temática es muy diferente a la de los demás: el protagonista es un monje especializado en artes marciales y la mayoría de sus enemigos, por una vez, son humanos. No es que no haya criaturas fantásticas, pues alguna que otra aparece, pero en una proporción muy inferior a lo habitual en la serie. De hecho, la mayoría de las muertes sobrevienen a manos de humanos enemigos. También, precisamente por esto mismo, encontramos en este libro unas descripciones de los combates bastante más detalladas de lo habitual, al tratarse en muchas ocasiones de cuerpo a cuerpo entre monjes rivales.
Su estructura, sin embargo, sigue los patrones habituales, aunque de una forma quizá no tan exagerada. Hay una bifurcación al principio del libro que da dos tramas bastante diferenciadas que acaban juntándose de nuevo, teniendo como principal consecuencia el ir acompañado de un secundario u otro, pero en todo caso no se trata de personajes demasiado desarrollados: Kalterin, el soldado leal al rey, hace su papel de hombre adulto, valiente y protector. Mientras que Shira, una guerrera del Templo de la Luna en contra del nuevo rumbo tomado por la secta de la Luna Oscura, es una contraparte un tanto más creativa, pero su condición de mujer genera unas cuantas situaciones machistas que, por otro lado, no deberían sorprendernos en la década en que fue publicado el libro. El número de fines es más alto de lo habitual en la colección, lo cual siempre es un buen indicativo de una estructura no tan lineal, pero queda lejos de la variedad de El tesoro del rey. Sin embargo, tiene los suficientes como para evitar esa desagradable sensación de estar siendo conducido por un camino preestablecido.
Hay una muy leve trama política que al menos ofrece algo más que el mero -y simple- argumento de "aventurero en busca de tesoros custodiados por criaturas peligrosas", y el villano principal, Kashkar, es con diferencia el más destacado de la colección: un enemigo poderoso y malvado, que puede ser derrotado pero no es torpe o débil como algunos otros antagonistas decepcionantes vistos hasta la fecha.
Pese a todo, no puedo evitar resaltar como lo más atractivo del libro una pequeña ramificación en los subterráneos del castillo, que origina un encuentro perturbador con una criatura de pesadilla. A esto contribuyen de manera decisiva las excelentes ilustraciones de Keith Parkinson, que por desgracia no volvería a repetir en la colección. La portada española, de Rosenfeldt a diferencia de la original, es igualmente acertada.
En definitiva, un buen libro principalmente por tener un argumento más original que el resto, con enemigos a la altura, finales acordes a la dificultad de la misión y un tono un poco más adulto, con una estructura ciertamente mejorable pero prominente en su conjunto.
En parte se debe a que su temática es muy diferente a la de los demás: el protagonista es un monje especializado en artes marciales y la mayoría de sus enemigos, por una vez, son humanos. No es que no haya criaturas fantásticas, pues alguna que otra aparece, pero en una proporción muy inferior a lo habitual en la serie. De hecho, la mayoría de las muertes sobrevienen a manos de humanos enemigos. También, precisamente por esto mismo, encontramos en este libro unas descripciones de los combates bastante más detalladas de lo habitual, al tratarse en muchas ocasiones de cuerpo a cuerpo entre monjes rivales.
Su estructura, sin embargo, sigue los patrones habituales, aunque de una forma quizá no tan exagerada. Hay una bifurcación al principio del libro que da dos tramas bastante diferenciadas que acaban juntándose de nuevo, teniendo como principal consecuencia el ir acompañado de un secundario u otro, pero en todo caso no se trata de personajes demasiado desarrollados: Kalterin, el soldado leal al rey, hace su papel de hombre adulto, valiente y protector. Mientras que Shira, una guerrera del Templo de la Luna en contra del nuevo rumbo tomado por la secta de la Luna Oscura, es una contraparte un tanto más creativa, pero su condición de mujer genera unas cuantas situaciones machistas que, por otro lado, no deberían sorprendernos en la década en que fue publicado el libro. El número de fines es más alto de lo habitual en la colección, lo cual siempre es un buen indicativo de una estructura no tan lineal, pero queda lejos de la variedad de El tesoro del rey. Sin embargo, tiene los suficientes como para evitar esa desagradable sensación de estar siendo conducido por un camino preestablecido.
Hay una muy leve trama política que al menos ofrece algo más que el mero -y simple- argumento de "aventurero en busca de tesoros custodiados por criaturas peligrosas", y el villano principal, Kashkar, es con diferencia el más destacado de la colección: un enemigo poderoso y malvado, que puede ser derrotado pero no es torpe o débil como algunos otros antagonistas decepcionantes vistos hasta la fecha.
Pese a todo, no puedo evitar resaltar como lo más atractivo del libro una pequeña ramificación en los subterráneos del castillo, que origina un encuentro perturbador con una criatura de pesadilla. A esto contribuyen de manera decisiva las excelentes ilustraciones de Keith Parkinson, que por desgracia no volvería a repetir en la colección. La portada española, de Rosenfeldt a diferencia de la original, es igualmente acertada.
En definitiva, un buen libro principalmente por tener un argumento más original que el resto, con enemigos a la altura, finales acordes a la dificultad de la misión y un tono un poco más adulto, con una estructura ciertamente mejorable pero prominente en su conjunto.
Puntuación: 6'5.
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