Autor: Edward Packard.
Ilustrador: Lorna Tomei (Portada de Paul Granger).
Fecha de publicación: 1986 (Original 1983).
Número de páginas: 53.
Número de fines: 12 (Buenos: 1 - Regulares: 11 - Malos: 0).
Sinopsis: Te vas a dormir y tienes sueños, algunos de ellos bastante realistas.
Comentario personal: Este libro va claramente en la línea de La casa encantada o El circo. Si bien podría afirmar que no llega a sus niveles de infantilismo, lo cierto es que se trata de un ejemplar difícilmente digerible por personas de más de seis o siete años. Hay una nota del autor en la tercera página que dice así: "La idea y algunos sueños de este libro fueron proporcionados por Judy Gitenstein, a quien, con afecto, está dedicado". Como descubrí tiempo más tarde, Judy Gitenstein era su editora, por lo que el mérito (o demérito) de este libro debe ir compartido.
Y siendo sincero tengo que reconocer que este libro tiene algo. Sus constantes rupturas de la cuarta pared y el hecho de ser puramente onírico (absolutamente todo, salvo algunos finales, ocurre en el mundo de los sueños) dotan al libro de un halo mágico que invita a ser leído en el calor de una cama bajo cuatro mantas. Así, con pocos años y mucha fantasía, imagino que Viajes de ensueño podría hasta convertirse en el favorito de muchos niños. Pero como quiera que uno ya no lo es y que en realidad esto se convierte en un serio hándicap en lo que a relevancia de la acción se refiere, nos hallamos ante un número más que intrascendente cuyo máximo premio es haber ordenado la habitación en un acceso de sonambulismo.
Las ilustraciones de Lorna Tomei están bastante bien, aunque lo que destaca sin duda es la portada de Paul Granger, muy a tono con el estilo y argumento del libro.
En definitiva, un espécimen singular difícil de juzgar, dirigido a un lector realmente joven que invita a soñar despierto tanto como induce a quedarse dormido.
Y siendo sincero tengo que reconocer que este libro tiene algo. Sus constantes rupturas de la cuarta pared y el hecho de ser puramente onírico (absolutamente todo, salvo algunos finales, ocurre en el mundo de los sueños) dotan al libro de un halo mágico que invita a ser leído en el calor de una cama bajo cuatro mantas. Así, con pocos años y mucha fantasía, imagino que Viajes de ensueño podría hasta convertirse en el favorito de muchos niños. Pero como quiera que uno ya no lo es y que en realidad esto se convierte en un serio hándicap en lo que a relevancia de la acción se refiere, nos hallamos ante un número más que intrascendente cuyo máximo premio es haber ordenado la habitación en un acceso de sonambulismo.
Las ilustraciones de Lorna Tomei están bastante bien, aunque lo que destaca sin duda es la portada de Paul Granger, muy a tono con el estilo y argumento del libro.
En definitiva, un espécimen singular difícil de juzgar, dirigido a un lector realmente joven que invita a soñar despierto tanto como induce a quedarse dormido.
Puntuación: 3'5.
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